Te propongo poner a prueba la carta digital mostrando en ella un menú de platos que hagan las delicias de tus clientes. Platos con historia, con sabor y con un reto final: tomarlos todos.
A los humanos nos encanta superar retos, va en nuestra naturaleza. En base a esta actitud se nos antoja crear una carta con varias 'rutas' que nuestros clientes pueden pedir. Cada ruta consta de varios platos con una idea común y sus bebidas correspondientes.
¿Qué conseguimos con esto? Por una parte vender varios platos y bebidas de una vez (más facturación) y por otra ofrecer al cliente un aliciente, algo especial... un reto.
A modo de ejemplo se me ocurren tres rutas:
Con pescado: paseo por la bahía
- Albóndigas de bacalao
- Pedacitos en adobo
- Sepia encebollada
- Bacalao con tomate
- Chipirón a la plancha
- Calamar rebozado
- 2 bebidas (refresco, vino o cerveza)
Frías: el tiempo a tu favor
- Chatka de cangrejo
- Salmorejo cordobés
- Empanada de sardinas
- Salpicón de pulpo
- Brazo de gitano de queso crema y jamón york
- 2 bebidas (refresco, vino o cerveza)
Croquetas: tradición de casa
- de gambas cocidas o al ajillo
- de chorizo ibérico
- de champiñones
- de espinacas
- de jamón
- de pringa de puchero
- 2 bebidas (refresco, vino o cerveza)
Para las bebidas, lo ideal es que aconsejes una en concreto, por ejemplo yo tomaría un tinto del Duero con las croquetas, cerveza con las frías y un Albariño con los platos de pescado. Mira qué sueles tener en bodega. Cuida el resto de detalles, como los platos y vasos: procura que sean distintos al resto de los que utilizas. Esto hará que cada ruta sea una experiencia única y diferente.
Diseña las rutas de modo que todas tengan el mismo precio y busca un plato básico y sin alérgenos por si alguien no quiere tomar alguno de los que vienen con la ruta. Este es el único cambio permitido; el cliente paga por todos los platos y bebidas, tome lo que tome. Es algo similar a un menú.